Salgo de esa pequeña tienda del barrio de Gracia con la satisfacción pintada en mi rostro. Es un establecimiento pequeño que me llamó la atención nada más verlo. Japó a Barcelona, Japón en Barcelona. Unos pocos metros cuadrados pertenecientes al País del Sol Naciente. Estanterías repletas de la cultura del país nipón, centenares de páginas llenas de tradiciones, cuentos, leyendas, cultura... Una pequeña trastienda las paredes de la cual son el hogar de varios kimonos, telas de colores que no existen en las prendas de occidente. Son realmente hermosos. Tras observar durante un rato que se me antoja insuficiente me voy, pero me llevo conmigo una parte de esta pequeña tienda, Cuentos de Japón.
Ya en la calle, empiezo a andar. En menos de un minuto, me plantó en Gran de Gracia. Las cantidades se multiplican. Hay más gente, más coches. Por unos instantes, la luz del Sol abrasador me golpea el rostro al haber dejado la protección de las estrechas calles, de los edificios con selvas por balcones. Y me muevo, empiezo a descender por la ajetreada calle. Me quedo en la acera izquierda, por costumbre, ya que la sombra llega a ambas aceras. Voy en dirección contraria a la de la gran cantidad de coches que suben por Gran de Gracia, hacia la zona norte de la ciudad. Me cruzo con gente, personas, niños, adultos y ancianos. Algunos reparan en mi presencia, otros no. Intentó fijarme en todo el mundo. Me gusta observar. Y observo a seres humanos las características de los cuales son tantas, y tan distintas que ni en una enciclopedia de veinte volúmenes se podrían recopilar. Es fantástico.
Ando y ando, y de improviso, como si la escala de Barcelona hubiera decidido aumentar por propio placer, Gran de Gracia crece. Y entonces nace el famoso Passeig de Gracia, una calle que desprende lujo y glamour con orgullo. Y las cantidades vuelven a multiplicarse. Más gente y más coches. Más que observar y de lo que disfrutar. Ni siquiera me pongo a escuchar música. Prefiero oír a la multitud. Chirriar de frenazos, pitidos de claxons, risas, gritos, el viento revoloteando... Todo junto formando la voz de Barcelona.
Desciendo lentamente, no quiero perderme nada. Pero me paso a la acera derecha, los edificios ya no me protegen de la inclemencia del astro rey. Sin esperármelo, a mi izquierda aparece La Pedrera. Una de las varias obras de Gaudí, las piedras más preciosas de un collar ya de por si hermoso. Paredes blancas y de formas inusuales, balcones imposibles... y los fantasmas que reinan en el tejado. Pero no es la única creación del famoso arquitecto que vive en Passeig de Gracia. Tras pasar por delante de varias boutiques de lujo, tales como Loewe, Louis Vuitton y Marx Mara y tras cruzar alguna que otra calle importante, aparece otra de las obras. Al principio, ni siquiera la veo. Pero se que está ahí, gracias a la cantidad de objetivos que disparan sin cesar. Turistas con sus cámaras. Miró a mi derecha y veo la fachada exquisita, los colores, más balcones imposibles y un dragón en lo más alto de la mágica construcción. La Casa Batlló. Otra perla del collar.
Y en pocos metros soy testigo de la muerte del Passeig de Gracia. O tal vez se su nacimiento. Supongo que no es algo relevante. Entro en Plaça Catalunya, puede que uno de los lugares más emblemáticos de la capital catalana. Las fuentes están encendidas. Imagino arcoiris mientras me dirijo hacia ellas. Cuando estoy cerca, pequeñas gotas invisibles me humedecen el rostro. Incluso cierro los ojos. Además, el Sol ha dejado de ser un infierno en el cielo y ahora no es más que una llama que con suavidad me calienta la piel. Es tan agradable...
Pero me muevo, abandonó las fuentes y la colosal propaganda de Giorgio Armani que reina sobre la plaza. “Sería genial tener un traje de esos” pienso sin poder evitarlo. Y mientras mi mente imagina y viaja por terrenos que no puedo describir, entro en el Fnac.
Al fin y al cabo, he venido a Barcelona para comprarme el último CD de Adele, 21. Y luego coger la renfe para volver a casa.
PD: Mis queridas (y querido) seguidoras (y seguidor), os informo de que me voy a tomar un descansito con el blog. No es algo premeditado, simplemente me apetece un descanso, debo ordenar un poco mi cabeza. ¡Y quiero cambiar el formato del blog! Así que bueno... nos vemos en... ¿2 semanas? Maybe...
Besssssssssssssssssssssssssssos :333 y no olvides que os sigo queriendo so much ^^
Los descansos son necesarios, el abono en el que plantar árboles y florecillas. Enjoy ^^
ResponderEliminarA mí también me encanta observar a la gente. Y en Barcelona lo puedes hacer hasta descaradamente XD ... ¿Por cierto, el sábado que viene vamos a BCN, no?
ResponderEliminarBueno, ya sé que no tiene nada que ver con el escrito, pero creo que más o menos ya tengo las cosas claras, respecto al tema que dejamos pendiente (bueno, que dejé pendiente) (bueno, que no te expliqué) no sé si habrás averiguado quién es, pero sólo te digo que no me importaría tener un lío con esa persona... una caricia, un beso XD Vamos, que no estoy colgado, pero si me pidiera para salir no le diría que no... igual pasa con la otra persona XD También es complicado, porqué a mí me gusta que me lo pidan ellos, ya que yo no soy muy lanzado XD
Un petonet Adset! ^^
Si, muy bonito te quedó el blog -w-
ResponderEliminarMe gusta ese paseo que te has dado. Me gusta mucho. Es agradable, y me ha aclarado las ideas: realmente me encontraba en Barcelona :)
Adsi, te quiero mucho.
Estoy sentimental hoy.
Besos